Carlos II «El Hechizado» (II)

Vamos a aprovechar antes de que finalice el domingo para contaros nuevas anécdotas de éste rey tan peculiar llamado Carlos II.

La llegada al mundo de este enfermizo heredero fue todo un espectáculo, pues si siempre se habían utilizado reliquias de santos para mejor ayuda al real parto, en esta ocasión se batió el récord. La cámara de la reina se parecía más a una sacristía que a una alcoba de parturienta; las reliquias se hallaban esparcidas por toda la estancia y alrededor del lecho.

Tuvo una infancia, enfermiza y escrofulosa, acompañada de una lactancia desastrosa y detestable, llegando un momento en que, más que mamar del pecho de sus nodrizas, les devoraba a mordiscos los pezones, causándoles profundas heridas.

Un informe para el rey de Francia Luis XIV señalaba lo siguiente: «El príncipe parece ser extremadamente débil. Tiene en las dos mejillas una erupción de carácter herpético. La cabeza está enteramente cubierta de costras. Desde hace dos o tres semanas se le ha formado debajo del oído derecho una especie de canal o desagüe que supura. No pudimos ver esto, pero nos hemos enterado por otros conductos. El gorrito hábilmente dispuesto a tal fin, no dejaba ver esta parte del rostro».

Su infancia no fue más que un largo constante gemido hasta los diez años. Todo el arte de la medicina, toda su ciencia, fracasaron para darle una salud más estable.

En breve conoceréis más cosas de él.

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