Nos referimos al último rey de la casa de los austria, Carlos II El Hechizado, hijo de Felipe IV y Mariana de Austria.
Este último vástago había sido engendrado, según confesión del propio monarca a un cortesano, «en la última cópula lograda con la reina», y como le decía uno de sus médicos: «…es que su majestad dejó para la reina sólo las escurriduras».
Su sobrenombre le venía de la atribución de su lamentable estado físico a la brujería e influencias diabólicas, fruto según se cree de la endogamia de sus predecesores.
La descripción oficial del recién nacido dice que era un niño de facciones hermosísimas, cabeza proporcionada, grandes ojos, aspecto saludable y muy gordito, lo que no concuerda con la descripción que el embajador de Francia hace del príncipe, diciendo que parece bastante débil, muestra signos visibles de degeneración, tiene flemones en las mejillas, la cabeza llena de costras y el cuello le supura. Total, una porquería.
Comenzó su infancia con una lactancia que duró exactamente tres años, diez meses y once días. Desde su nacimiento le atendieron un total de treinta y una nodrizas.
Continuará…