A lo largo de nuestra historia hemos tenido grandes inventores pero sin duda uno de los más importantes y que hoy está prácticamente en el olvido es Leonardo Torres Quevedo.
Se hace difícil creer que una persona que fue capaz de inventar tantas y tan relevantes cosas no tenga una mayor repercusión en nuestra historia reciente.
Leonardo nació el 28 de diciembre de 1852 en Santa Cruz de Iguña, en Molledo (Cantabria). Su infancia la pasó allí aunque el instituto lo cursó en Bilbao, completándolo en París. En 1870 su padre es trasladado a Madrid, lugar donde viene a residir Leonardo, el cual comienza sus estudios superiores en la Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos.
Una vez terminó la carrera en 1876, viajó durante largo tiempo por Europa para conocer de primera mano los avance científicos y técnicos, sobre todo en la incipiente área de la electricidad.
El 16 de abril de 1885 se casa con Luz Polanco y Navarro, con la cual tuvo ocho hijos, aunque dos de ellos murieron siendo muy jóvenes.
En 1901 a través del Ateneo crea el Laboratorio de Mecánica Aplicada y más tarde de Automática.
Para hablaros de sus inventos más relevantes, os los hemos agrupado por áreas:
Transbordardores
Desde muy joven y por la zona montañosa en la que vivía, se interesó por los transbordadores, funiculares y teleféricos, y fue allí, en Molledo donde construyó en 1887 su primer transbordador llamado de «Portolín» para salvar un desnivel de unos 40 metros, de unos 200 metros de longitud y tracción animal, una pareja de vacas.
Partiendo de esta idea y mejorándola solicitó una patente de un funicular aéreo en el cual ya pudiese transportar personas, presentándolo en Alemania, Francia y Suiza, pero su proyecto fue rechazado por falta de seguridad. Pero persistió en su idea y en 1907 logró inaugurar en San Sebastián su primer funicular en el que transportar a personas, el del Monte Ulía. El diseño era de gran robustez y resistía la ruptura de alguno de los cables.
Pero es sin duda el Spanish Aerocar, en las cataratas del Niágara, el que le dio la fama mundial. El transbordador de 580 metros de longitud, de capital 100% español, es un funicular aéreo que une las dos orillas del río Niágara, se inauguró el 8 de agosto de 1916 y hoy en día, con pequeñas modificaciones, sigue en activo y sin ningún accidente digno de mención.
Radiocontrol: El Telekino
En 1903, Torres Quevedo presentó el Telekino en la Academia de Ciencias de París, realizó una demostración experimental y consiguió la patente en Francia, EE.UU., Gran Bretaña y España.
El Telekino consistía en un autómata que ejecutaba órdenes transmitidas mediante ondas hertzianas; constituyó el primer aparato de radiodirección del mundo, y fue un pionero en el campo del control remoto o mando a distancia, junto con Nikola Tesla.
Aeronáutica
En 1902, Torres Quevedo presentó en la Academia de Ciencias de Madrid y París el proyecto de un nuevo tipo de Dirigible que solucionaba el grave problema de suspensión de la barquilla al incluir un armazón interior de cables flexibles que dotaban de rigidez al Dirigible por efecto de la presión interior.
En 1905, con ayuda del capitán Alfredo Kindelán, Torres Quevedo dirige la construcción del primer Dirigible español al servicio de Aerostación Militar del Ejército, creado en 1896 y situado en Guadalajara.
A raiz de este hecho empieza la colaboración entre Torres Quevedo y la empresa francesa Astra, que llegó a comprarle la patente con una cesión de derechos extendido a todos lo países excepto España. Así en 1911 se inicia la fabricación de los dirigibles conocidos como Astra-Torres. Algunos ejemplares fueron adquiridos por los ejércitos francés e inglés siendo utilizados en la 1ª Guerra Mundial fundamentalmente en labores de protección e inspección naval.
Máquinas analógicas de cálculo
Las máquinas analógicas de cálculo buscan la solución de ecuaciones matemáticas mediante su traslado a fenómenos físicos. Los números se representan por magnitudes físicas, que pueden ser rotaciones de determinados ejes, potenciales, estados eléctricos o electromagnéticos, etc.
Dentro de este tipo de máquinas se enmarca la obra de Torres Quevedo presentada en 1893 en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Memoria sobre las máquinas algebraicas, la cual fue considerada como un suceso extraordinario en el curso de la producción científica española.
Con propósito de demostración, Torres Quevedo también construyó una máquina para resolver una ecuación de segundo grado con coeficientes complejos, y un integrador, la que sería bautizada como la primera calculadora algebraica de la historia.
Torres Quevedo construyó toda una serie de máquinas analógicas de cálculo, todas ellas de tipo mecánico. Una de ellas es El Ajedrecista, presentada en la Feria de París de 1914 y que es considerado el primer videojuego de la historia. En estas máquinas existen ciertos elementos, denominados aritmóforos, que están constituidos por un móvil y un índice que permite leer la cantidad representada para cada posición del mismo.
El móvil es un disco o un tambor graduado que gira en torno a su eje. Los desplazamientos angulares son proporcionales a los logaritmos de las magnitudes a representar. Utilizando una diversidad de elementos de este tipo, pone a punto una máquina para resolver ecuaciones algebraicas: resolución de una ecuación de ocho términos, obteniendo sus raíces, incluso las complejas, con una precisión de milésimas.
Estos son algunos de los grandes inventos de una persona que desde luego está a la altura de los mayores inventores de la historia de la humanidad, decidido partidario del idioma internacional Esperanto, que falleció en Madrid al poco de comenzar la Guerra Civil Española, el 18 de diciembre de 1936.