El primer «Hombre del Tiempo»

Hoy os vamos a hablar de un hombre de lo más curioso, un personaje muy famoso de la vida española del siglo XIX y que se convirtió en el primer «Hombre del Tiempo» en España, hablamos de Francisco León Hermoso.

León Hermoso nació en Santa Cecilia del Alcor (Palencia) en 1843 y según él mismo cuenta había estudiado Derecho, pero desde muy temprano desarrolló una intensa afición a la meteorología que cultivó de forma autodidacta leyendo todo tipo de libros y artículos de publicaciones principalmente del extranjero.

Fue a partir de la década de 1880 cuando inició actividades de información y previsión del tiempo en la prensa, y se ha dicho que anunció el famoso ciclón del 12 de mayo de 1886 en Madrid. El fenómeno que asoló Madrid aquel día, acabando con la vida de 24 personas, provocando más de 400 heridos y arrancando cientos de árboles del parque del Retiro y del Paseo del Prado, fue un tornado, como años después confirmó el propio León Hermoso, y aunque un tornado es casi imposible de anunciar con anticipación, él lo hizo, aunque prácticamente nadie le creyó.

Pero sin duda lo que más fama le proporcionó  a nuestro personaje fue la publicación que creó en 1890.

Este emprendedor, era muy oportuno y estaba muy conectado con las iniciativas del extranjero donde en la última parte del siglo XIX la meteorología había alcanzando una gran popularidad. El invento del telégrafo había permitido después de 1850 transmitir con rapidez las observaciones e informaciones del tiempo y el nacimiento de los servicios meteorológicos y con ello la predicción del tiempo alcanzó a corto plazo un nivel de acierto sorprendente.

Con esos precedentes León Hermoso, lanzó en febrero de 1890 su Boletín Meteorológico y como esa ciencia en España no estaba muy desarrollada, entendió que debía crearse algún seudónimo con sonado acento extranjero y conseguir de esa manera mayor renombre, y así lo hizo de una manera muy curiosa, creando un seudónimo construido con la letras de sus apellidos, “Noherlesoom”, ahí es ná.

Tenía una novedad sobre sus colegas del extranjero. Ofrecía la predicción del tiempo nada menos que para los quince días siguientes.

No hay duda que esa audacia científica de Noherlesoom tenía un objetivo claramente comercial: El boletín, publicado quincenalmente, no tendría mucha demanda si solamente ofrecía la predicción del tiempo para uno o dos días como hacían las publicaciones más ortodoxas.

Durante los años siguientes siguió justificando sus pronósticos de largo plazo en base a sus novedosos métodos que nunca llegaba a explicar con detalle, pero de los que siempre aseguraba que superaban con creces a los obsoletos métodos tradicionales de la predicción a corto plazo.

La predicción para los quince días en lenguaje claro iba acompañada de sus famosos mapas, en tinta azul a partir del número 5. Ocupaban parte del Atlántico y del continente europeo y eran de dos tipos. Un mapa general con el movimiento previsto de las depresiones y varios mapas de isobaras con las situaciones previstas para todos los días de la quincena.

El boletín no dejó de publicarse ni una sola quincena entre febrero de 1890 y agosto de 1897, lo que hace un total de 181 números.

Alcanzó un gran número de suscriptores, muchos de ellos entre las instituciones oficiales, de lo que se enorgullecía Don Francisco.

La suscripción anual costaba 5 pesetas en Madrid y 6 pesetas en provincias lo que podría equivaler en los tiempos actuales a  entre 30 y 42 €. Los ingresos le permitían mantener su administración en un lugar tan céntrico como los números 81 y 83 de la calle Mayor de Madrid.

Noherlesoom se convirtió así en el primer explotador privado de la meteorología en España. La predicción del boletín se completaba con artículos de divulgación sobre meteorología y temas asociados, descripción de aparatos, biografías, datos, comentarios, curiosidades geográficas, actas de congresos etc.

La colección de los “boletines meteorológicos” constituye una valiosa fuente histórica sobre la actividad meteorológica nacional e internacional a finales del siglo XIX.

Como era de esperar las críticas de los estamentos oficiales de la meteorología hacia los fundamentos científicos de las predicciones de León Hermoso no se hicieron esperar. Pero Noherlesoom no sólo no se arredró sino que contraatacó desde la tribuna de su boletín convirtiéndose a su vez en un feroz crítico de la meteorología oficial y especialmente de sus fracasos en la predicción del tiempo, bastante frecuentes como es de suponer en aquella época en que la predicción científica del tiempo estaba en su primera juventud.

El 10 de marzo de 1895 hubo una enorme tormenta que afectó al golfo de Cádiz, ocasionando el trágico y misterioso naufragio del crucero Reina Regente que había zarpado ese día de Tánger rumbo a Cádiz y desapareció en el estrecho con sus 412 tripulantes sin que jamás se encontraran restos. La presencia y efectos de la depresión, que tuvo sin duda bastante intensidad (en Cádiz se registraron fuertes lluvias y vientos de más de 60 Km/h) no fueron avisados en los partes de los servicios meteorológicos oficiales de España y Portugal del día 9 de marzo, pero el caso es que en el boletín de Noherlesoom de fecha 1 de marzo de 1895 figuraba lo siguiente: «Domingo 10.  Al SO de Portugal habrá un centro de depresiones en este día, que será el que más influencia ejercerá en nuestra Península, … desde este día adquirirá grandes proporciones el temporal en la Europa occidental, y también en nuestra Península.» De nuevo no le creyeron.

Un aspecto interesante es que Noherlesoom eximió siempre de sus ataques y diatribas a la meteorología oficial al otro organismo que compartía labores meteorológicas con el Observatorio Astronómico desde 1893, el joven Instituto Central Meteorológico, actual Instituto Nacional de Meteorología.

León Hermoso era un ferviente católico y visitaba Lourdes cada año. Allí le sorprendió la muerte repentinamente el 25 de Julio de 1897.

El siguiente número del boletín, donde se daba la triste noticia, fue el último que se publicó, cosa lógica porque Noherlesoom era su autor principal e inimitable.

Con él pasó a la historia la publicación que popularizó la meteorología en España y que dejó inscrito en su historia a un heterodoxo, pionero y gran precursor de la información del tiempo.

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