Nuevo reto conseguido, un paso más hacia esa cierta normalidad que tanto ansiamos, el recorrido campestre de la Ruta de las Antenas ha supuesto un éxito increíble, y todo gracias a vuestro apoyo y al del cielo, porque nos regaló un día alucinante.
Y es que cuando algo tiene que salir bien, sale todo bien, porque a través de un recorrido sencillo (que no corto) pudimos disfrutar de unos paisajes primaverales como hacía años que no veíamos, con todo a nuestro alrededor de un verde de otras latitudes, disfrutando a cada paso que dábamos.
Pero lo mejor estaba por llegar, porque a nuestra llegada a la mitad de la ruta nos estaba esperando un aperitivo excepcional, con algunas delicatessen propias de un lugar de postín, todo ello acompañado de toda la bebida que cada uno quisiese, para, a continuación, sentarnos a comer en lo más parecido a un restaurante al aire libre que podía estar a la altura de un restaurante con estrella Michelín…o casi.
Menú; caballas en escabeche con verduras, carrilladas al vino, bebida, tarta, café, copas…¿se puede pedir más?
Y ya, bien comido y descansados, nos vamos de vuelta para llevar a cabo la última parte de la ruta que sin duda nos hizo digerir bien tan potente comilona.
El remate del día estuvo a la altura de la ocasión, porque nos fuimos a disfrutar de un lugar único en Madrid, un chillout a la orilla de uno de nuestros mares interiores con una temperatura perfecta que sin duda hizo de éste, un día único y muy especial.
Días como éste son los que nos hacen seguir mejorando y creyendo en lo que hacemos.