Archivo de la etiqueta: Inventores

Juanelo Turriano

Es casi imposible de creer, que hace 500 años un hombre fuese capaz de inventar tantas y tan increíbles cosas que en muchos casos el resto del mundo en aquella época no era capaz de alcanzar a entender, hablamos de Juanelo Turriano.

Este magnífico estudioso de la arquitectura y de la ingeniería nació en Crémona (Italia) en 1501 y llegó a España en 1529 llamado por el Emperador Carlos I.

Fue nombrado Relojero Mayor de la Corte y para el rey construyó el famoso Cristalino, reloj astronómico que le hizo ser conocido en su época, en el cual era capaz de indicar la posición y los movimientos de los astros en cada momento con objeto de interpretaciones astrológicas. Tardó 20 años en trazarle y 3,5 en construirle.

Acompañó al rey en todas sus expediciones para cuidar del reloj, y permaneció en el monasterio de Yuste hasta la muerte del Emperador.

Al final de la vida de Carlos I, construyó parte del palacio del rey en Yuste. Uno de los estanques construidos por Juanelo produjo una acumulación de aguas estancadas que generaron la proliferación de mosquitos, que picaron al rey y le produjeron su muerte tras un mes de agonías y fiebres por paludismo.

Trabajó y vivió en Toledo desde 1534. Es fama que allí construyó un autómata de madera, llamado El Hombre de Palo que lograba realizar movimientos tales como saludar o mover las manos y las piernas.

Además en esta época también inventó una especie de ametralladora rudimentaria y algunas máquinas voladoras, todo ello diseñado y construido por él.

A su llegada al trono en 1556 Felipe II le nombró Matemático Mayor del Reino. Reclamado por el Papa Gregorio XIII participó en la reforma del calendario. Vuelto a España, Juan de Herrera le encargó el diseño de las campañas del Monasterio de El Escorial.

Pero sin duda por lo que es más conocido es por la máquina hidráulica que construyó para subir el agua a Toledo, concretamente a la zona del Alcázar, desde el río Tajo, invento conocido como El Ingenio de Toledo o el Artificio de Juanelo.

Éste ingenio de difícil explicación ha sido muy controvertido pero lo cierto es que conseguía llevar el agua desde el río Tajo hasta el Alcázar, situado a casi 100 metros por encima del cauce del río.

Basado en el uso de la propia energía hidráulica del río Tajo, constaba de gran cantidad de «cucharas» o «brazos de madera» engranados de manera ingeniosa que se iban pasando el agua los unos a los otros, en altura creciente, de tal manera que podía elevar gran cantidad de agua salvando el desnivel.

Al parecer se mantuvo en funcionamiento, con un rendimiento cada vez menor a medida que envejecía y se estropeaba, hasta el año 1639 (aguantó casi 100 años). Se ha calculado que en su mejor momento llegó a ascender en torno a 16-17 metros cúbicos de agua al día (16.000-17.000 litros/día).

Nuestro gran inventor murió en Toledo el 13 de junio de 1585 a los 84 años en la indigencia al haber invertido todo su dinero en la obra del Artificio y no haberle pagado lo estipulado ni el Concejo de Toledo ni los militares a los cuales les llegaba esa agua que tanto reclamaban.

Portada Inicio

Leonardo Torres Quevedo

A lo largo de nuestra historia hemos tenido grandes inventores pero sin duda uno de los más importantes y que hoy está prácticamente en el olvido es Leonardo Torres Quevedo.

Se hace difícil creer que una persona que fue capaz de inventar tantas y tan relevantes cosas no tenga una mayor repercusión en nuestra historia reciente.

Leonardo nació el 28 de diciembre de 1852 en Santa Cruz de Iguña, en Molledo (Cantabria). Su infancia la pasó allí aunque el instituto lo cursó en Bilbao, completándolo en París.  En 1870 su padre es trasladado a Madrid, lugar donde viene a residir Leonardo, el cual comienza sus estudios superiores en la Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos.

Una vez terminó la carrera en 1876, viajó durante largo tiempo por Europa para conocer de primera mano los avance científicos y técnicos, sobre todo en la incipiente área de la electricidad.

El 16 de abril de 1885 se casa con Luz Polanco y Navarro, con la cual tuvo ocho hijos, aunque dos de ellos murieron siendo muy jóvenes.

En 1901 a través del Ateneo crea el Laboratorio de Mecánica Aplicada y más tarde de Automática.

Para hablaros de sus inventos más relevantes, os los hemos agrupado por áreas:

Transbordardores

Desde muy joven y por la zona montañosa en la que vivía, se interesó por los transbordadores, funiculares y teleféricos, y fue allí, en Molledo donde construyó en 1887 su primer transbordador llamado de «Portolín» para salvar un desnivel de unos 40 metros, de unos 200 metros de longitud y tracción animal, una pareja de vacas.

Partiendo de esta idea y mejorándola solicitó una patente de un funicular aéreo en el cual ya pudiese transportar personas, presentándolo en Alemania, Francia y Suiza, pero su proyecto fue rechazado por falta de seguridad. Pero persistió en su idea y en 1907 logró inaugurar en San Sebastián su primer funicular en el que transportar a personas, el del Monte Ulía. El diseño era de gran robustez y resistía la ruptura de alguno de los cables.

Imagen relacionada

Pero es sin duda el Spanish Aerocar, en las cataratas del Niágara, el que le dio la fama mundial. El transbordador de 580 metros de longitud, de capital 100% español, es un funicular aéreo que une las dos orillas del río Niágara, se inauguró el 8 de agosto de 1916 y hoy en día, con pequeñas modificaciones, sigue en activo y sin ningún accidente digno de mención.

Imagen relacionada

Radiocontrol: El Telekino

En 1903, Torres Quevedo presentó el Telekino en la Academia de Ciencias de París, realizó una demostración experimental y consiguió la patente en Francia, EE.UU., Gran Bretaña y España.

El Telekino consistía en un autómata que ejecutaba órdenes transmitidas mediante ondas hertzianas; constituyó el primer aparato de radiodirección del mundo, y fue un pionero en el campo del control remoto o mando a distancia, junto con Nikola Tesla.

Imagen relacionada

Aeronáutica

En 1902, Torres Quevedo presentó en la Academia de Ciencias de Madrid y París el proyecto de un nuevo tipo de Dirigible que solucionaba el grave problema de suspensión de la barquilla al incluir un armazón interior de cables flexibles que dotaban de rigidez al Dirigible por efecto de la presión interior.

En 1905, con ayuda del capitán Alfredo Kindelán, Torres Quevedo dirige la construcción del primer Dirigible español al servicio de Aerostación Militar del Ejército, creado en 1896 y situado en Guadalajara.

Resultado de imagen de el dirigible de leonardo torres quevedo

A raiz de este hecho empieza la colaboración entre Torres Quevedo y la empresa francesa Astra, que llegó a comprarle la patente con una cesión de derechos extendido a todos lo países excepto España. Así en 1911 se inicia la fabricación de los dirigibles conocidos como Astra-Torres. Algunos ejemplares fueron adquiridos por los ejércitos francés e inglés siendo utilizados en la 1ª Guerra Mundial fundamentalmente en labores de protección e inspección naval.

Máquinas analógicas de cálculo

Las máquinas analógicas de cálculo buscan la solución de ecuaciones matemáticas mediante su traslado a fenómenos físicos. Los números se representan por magnitudes físicas, que pueden ser rotaciones de determinados ejes, potenciales, estados eléctricos o electromagnéticos, etc.

Dentro de este tipo de máquinas se enmarca la obra de Torres Quevedo presentada en 1893 en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Memoria sobre las máquinas algebraicas, la cual fue considerada como un suceso extraordinario en el curso de la producción científica española.

Imagen relacionada

Con propósito de demostración, Torres Quevedo también construyó una máquina para resolver una ecuación de segundo grado con coeficientes complejos, y un integrador, la que sería bautizada como la primera calculadora algebraica de la historia.

Resultado de imagen de el dirigible de leonardo torres quevedo

Torres Quevedo construyó toda una serie de máquinas analógicas de cálculo, todas ellas de tipo mecánico. Una de ellas es El Ajedrecista, presentada en la Feria de París de 1914 y que es considerado el primer videojuego de la historia. En estas máquinas existen ciertos elementos, denominados aritmóforos, que están constituidos por un móvil y un índice que permite leer la cantidad representada para cada posición del mismo.

Resultado de imagen de el ajedrecista de leonardo torres quevedo

El móvil es un disco o un tambor graduado que gira en torno a su eje. Los desplazamientos angulares son proporcionales a los logaritmos de las magnitudes a representar. Utilizando una diversidad de elementos de este tipo, pone a punto una máquina para resolver ecuaciones algebraicas: resolución de una ecuación de ocho términos, obteniendo sus raíces, incluso las complejas, con una precisión de milésimas.

Estos son algunos de los grandes inventos de una persona que desde luego está a la altura de los mayores inventores de la historia de la humanidad, decidido partidario del idioma internacional Esperanto, que falleció en Madrid al poco de comenzar la Guerra Civil Española, el 18 de diciembre de 1936.

Portada Inicio

Jerónimo de Ayanz y Beaumont

Hoy damos comienzo a un nuevo monográfico que seguro va a despertar el interés de mucha gente, nos referimos a «Nuestros Grandes Inventores».

Y qué mejor que presentaros a alguien sorprendente como pocos y que en el siglo XVII fue capaz de inventar el primer prototipo de una máquina de vapor, o el traje de buzo o el prototipo del primer submarino, nos referimos al gran Jerónimo de Ayanz y Beaumont.

Éste ilustre navarro nació en el año 1553 descendiente de los mismísimos reyes de Navarra, Jerónimo pronto destacó por su ingenio y sobre todo por su fuerza, era el típico navarro alto y corpulento, uno de los hombres más fuertes del reino. De joven recibió una excelente formación, una educación rica en todos los sentidos que le convirtió en un hombre propio del Renacimiento por sus polifacéticas habilidades: militar, administrador, cosmógrafo, inventor, empresario, pintor, cantor, músico, matemático, arquitecto…

Caballero de la Orden de Calatrava, y militar de los Tercios Reales, combatió en Túnez, San Quintín, Portugal, las Azores y La Coruña, destacándose en las campañas de Flandes junto al general Alejandro Farnesio. Tal era su destreza en la lucha que Lope de Vega le dedicó un soneto en una comedia llamada Lo que pasa en una tarde.

Como Administrador de minas del Reino controlaba las 550 minas que había en la península, más las de América. Por su responsabilidad en este cargo, se las ingenió para solucionar situaciones adversas allá donde el mantenimiento del Imperio necesitase de nuevas aportaciones científicas.

Entre sus actividades estaban las de analizar muestras y realizar ensayos tratando de aumentar la productividad de las minas, las de solucionar problemas que iban desde la limpieza de los metales negrillos hasta los impuestos sobre los proveedores, pasando por desaguar las explotaciones inundadas por las lluvias.

Uno de los mayores inconvenientes que surgieron en las explotaciones mineras fueron los derivados de la alta contaminación del aire en su interior y la acumulación de agua en las galerías; que de no solucionarse hubiesen paralizado la explotación de esa fuente de ingresos tan vital para el Imperio.

Para este contratiempo, Ayanz ideó un sistema de desagüe mediante un sifón con intercambiador. Este sistema consiguió que el agua filtrada en la mina salga a la superficie, mientras que el agua contaminada de la parte superior, procedente del lavado mineral, proporcione la energía necesaria para elevar el agua desde la profundidad de la mina. Este invento supuso la primera aplicación práctica del principio de la presión atmosférica, ley que no iba a ser determinada científicamente hasta medio siglo después por Guericke y Papin.

Imagen relacionada

Y si este hallazgo es realmente prodigioso, lo que eleva a Ayanz al rango de talento universal es el empleo de la fuerza del vapor.

Ayanz idearía un sistema de vapor a través de la domesticación de la energía del vapor de agua, y su conclusión en los procesos productivos, lo que dio origen a la revolución industrial a finales del siglo XVIII. Esta máquina consiste en una caldera que calentaba el agua acumulada de la mina y que se quería extraer, convirtiéndola en vapor de agua. La presión del vapor elavaba el agua al exterior en flujo continuo a través de una tubería.

Resultado de imagen de jeronimo de ayanz

Esta aplicación científica es conocida como principio de la termodinámica a un sistema abierto, definido un siglo después por Thomas Savery sobre las ideas de Jerónimo de Ayanz. En 1698 Savery patentaba su máquina de vapor, pero la del científico navarro lo fue en 1606.

Resultado de imagen de retratos de jerónimo de ayanz y beaumont

Además, aplicó ese mismo efecto para enfriar aire por intercambio de nieve u otros fluidos mediante el eyector de vapor y propulsarlos al interior de la minas, refrigerando el ambiente. Ayanz había inventado el aire acondicionado.

Un documento de Felipe III fechado el 1 de septiembre de 1606 reconoció hasta 48 patentes, antes llamados privilegios de invención, relacionados con diversos ámbitos de la ciencia y la tecnología, y conseguidas entre 1598 y 1606.

Ni Leonardo da Vinci, el gran genio del Renacimiento, logró tantas innovaciones en tan pocos años, mucho menos pudo verificarlas en la práctica, como lo hizo Jerónimo de Ayanz. Aquellas invenciones pudieron ser comprobadas con éxito como exigía el protocolo de concesión de patentes.

Uno de esos ingenios fue el primer traje de buceo operativo, cuya demostración fue efectuada en el río Pisuerga al paso por Valladolid, un 2 de agosto de 1602, con Felipe III y su corte como testigos. Ayanz permaneció sumergido a tres metros de profundidad durante más de una hora hasta que el monarca le ordenó salir.

El aire se suministraba desde el exterior por medio de tuberías flexibles. Los buzos también podían ser autónomos, para lo cual iban provistos de vejigas de aire y fuelles que accionaban con los brazos.

Los continuos viajes a las Américas conllevan otras necesidades que debían ser resueltas, inventando novedosos procedimientos en el campo de las artes náuticas.

Por ejemplo, para la necesaria destilación de agua en los barcos que cruzaban el Atlántico inventó una máquina capaz de proporcionar agua potable para consumo de los marineros a partir de agua salada del mar, mediante un horno de barro de su invención que evitaba malos sabores. Ayanz había inventado el primer prototipo de destilador. Además, añadió al sistema de destilación una suspensión que hoy es llamada Cardan para evitar que se desplazase con el movimiento del barco.

Diseñó el primer precedente de submarino, al que denominó como “barca submarina”, un verdadero sumergible que construyó con madera calafateada y que impermeabilizó recubriéndola de un lienzo pintado en aceite.

Herméticamente cerrado, tenía un sistema de renovación de aire perfumado con agua de rosas, contrapesos para subir y bajar, ventanas de gruesos cristales, incluso remos para desplazarse. También contaba con una especie de pinzas o guantes extensibles para poder recoger objetos desde el interior de la nave, de forma parecida a los que se utilizan en los laboratorios para manipular sustancias radiactivas dentro de un recipiente hermético.

En otro campo elaboró una informe, simultáneamente al inglés Gilbert, sobre la aguja de marear (brújula), estableciendo incluso la declinación magnética, a la que denominaba nordestear.

Para un mejor desarrollo agrícola mejoró diversos modelos de molinos de sangre, movidos por la fuerza animal, a los que mediante el movimiento de vaivén adaptaba a la tracción humana.Descubrió la mayor eficacia de las piedras de moler de forma cónica y los molinos de rodillos metálicos, que se utilizaron de manera industrial en las fábricas de harinas en el siglo XIX.

Resultado de imagen de jeronimo de ayanz

Aportó dos innovaciones a los clásicos molinos de viento: la orientación automática, gracias a que el propio viento abre los portillones; y el molino con un tornillo helicoidal, que hacía mover con aire y que dos siglos después, en Londres, se movían con agua, de la misma forma que se emplea hoy en día en Japón.

Innovó el mecanismo de transformación del movimiento que permite mediar el denominado «par motor», es decir, la eficacia técnica, algo que sólo siglo y pico después iba a volver a abordarse.

Mejoró el sistema de riego de plano horizontal lo que se conocía en el vertical: el arco y la bóveda. Plantea las presas de arco, de manera que las fuerzas internas de la estructura, como ocurre en las dovelas, consigan que los empujes de agua se transmitan a las orillas que debían ser de roca firme, es decir, que la idea estaba basada en la misma estructura de arco con las que se construyen las presas de los embalses.

Para el riego también mejoró las bombas inventadas por el sabio Ctesibio, bombas tisibicas de émbolo. Hoy estas bombas de husillo se usan en sistemas hidráulicos y se caracterizan por la suavidad de su funcionamiento.

Todos estos ingenios de la técnica fueron desarrollados especialmente en Murcia, donde ocupaba el cargo de corregidor desde 1587, y en Martos, donde era gobernador desde 1595.

Ayanz murió demasiado pronto para gozar de esos veinte años de patente. En 1608 abandonó el cargo de administrador general de minas dedicándose a la explotación privada de un yacimiento de oro cerca de El Escorial y desde 1611 a la recuperación de las minas de plata de Guadalcanal, las mismas donde había aplicado por primera vez en el mundo una máquina de vapor. Pero enfermó gravemente. El 23 de marzo de 1613 moría en Madrid. Sus restos se trasladaron a Murcia, la ciudad que había gobernado. Hoy están inhumados en su Catedral.

«Excelso», solo de esta manera se puede calificar a nuestro gran inventor de hoy.

Portada Inicio