Hoy os damos a conocer un nuevo monarca que pasa a engrosar nuestro monográfico dedicado a los Reyes de España, en esta ocasión os vamos a hablar del rey Alfonso XII.
Alfonso XII (el Pacificador) nació el 28 de noviembre de 1857 en Madrid. Hijo de la reina Isabel II y de su esposo, Francisco de Asís…aunque esto último debe ponerse entre interrogantes, debido a que, según cuenta la historia, Francisco de Asís padecía la enfermedad de hipospadía, lo que le impedía en gran manera mantener relaciones sexuales. Además se dice que mantuvo una relación con el aristócrata Antonio Ramos de Meneses que se alargó durante décadas.
Descartado Francisco de Asís como padre, quien en 1857 ya había aprendido a aceptar su papel de absoluto títere en la Corte, las fechas y los rumores del periodo apuntan a que el padre habría sido el capitán Enrique Puigmoltó, un militar valenciano hijo del conde de Torrefiel.
Su romance con la Reina, que duró cerca de tres años, valió al militar toda clase de condecoraciones y prebendas. Forzado a alejarse de la Corte –donde todos le suponían padre de Alfonso XII, quien fue conocido con el sobrenombre de «Puigmoltejo»– el favorito de la Reina se refugió en su nativa Valencia, comenzando allí una meteórica carrera política que le llevó de diputado a brigadier. Nueve años antes de morir en 1900, recibió la Cruz de San Hermenegildo por los servicios prestados a la Corona.
En 1868, tras la Revolución de la Gloriosa Alfonso de Borbón tuvo que partir junto con su familia al exilio a Francia. Allí continuó su formación tutelada por personas como el Duque de Sesto, Antonio Canovas del Castillo y otras personas de su entorno cercano que tenían la convicción de que algún día sería rey de España.
El 25 de junio de 1870, su madre abdicó, en él, todos los derechos a la Corona de España. Desde que fue destronada Isabel II, Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897), al frente del Partido Alfonsino, y secundado por el general Arsenio Martínez de Campos (1831-1900), no cesó de trabajar para conseguir la restauración de la dinastía de los Borbones en España, en la persona del príncipe don Alfonso; ese trabajo dio por resultado que, al finalizar la I República, el Partido Alfonsino fuera muy numeroso, teniendo muchos partidarios en la política y en el ejército, así como muchas simpatías entre la población.
A principios de 1874, después del golpe de Estado del General Pavía, se nombra al General Serrano (duque de la Torre) presidente del poder ejecutivo; el cual suspendió las garantías constitucionales, consiguió que los países de Europa reconocieran a este nuevo Gobierno e impuso el orden.
A partir de este momento se intensifican las gestiones por parte del partido Alfonsino para conducir al príncipe Alfonso en nuevo rey de España, lo cual ocurre con el pronunciamiento del General Martínez Campos en Sagunto, el 28 de diciembre de 1874, día en el que se proclama rey a Alfonso XII.
El Gobierno anterior fue disuelto y el general Serrano se fue a Francia.
Nada más ser nombrado rey de España, Alfonso XII tuvo que hacer frente a la Guerra Carlista, la cual logró que finalizase en febrero de 1876.
Una vez finalizado el conflicto Alfonso XII volvió a Madrid el 20 de marzo siguiente; y, el 30 de junio, firmó la nueva Constitución de 1876, que sustituyó a la de 1869.
Por orden del rey, el general Martínez de Campos marchó a la guerra de Cuba, la cual terminó en la Paz de Zanjón; convenio negociado sobre las bases convenidas por el general Martínez de Campos con el Gobierno de España, y que se firmó el 10 de febrero de 1878 en el Campamento de San Agustín, de Puerto Rico. Por este Convenio, se concedió, a la isla de Cuba, las mismas condiciones políticas y administrativas que a la isla de Puerto Rico: olvido de los delitos políticos cometidos desde 1868, libertad para los esclavos, etc.
El 23 de enero de 1878, se casó con su prima hermana María de las Mercedes de Orleáns y Borbón (1860-1878), hija del infante Antonio de Orleáns y de María Luisa de Borbón (hermana de la reina Isabel II), la cual murió el 26 de junio de 1878; su muerte causó una gran pena, no sólo al rey, sino también al pueblo, que todavía la recuerda en romances populares.
El 29 noviembre de 1879, el rey se casó, en segundas nupcias, con María Cristina Deseada Enriqueta Felicidad Ramera (archiduquesa de Austria-Este-Módena), nacida en 1858, hija del archiduque Carlos Fernando de Austria y de Isabel, archiduquesa de Austria-Este-Módena.
«Lástima que, gustándome más la madre, tenga que casarme con la hija”. La infanta doña Eulalia, hermana de Alfonso XII, contaba que el rey le había escrito esa confidencia desde Francia, cuando fue a conocer a la que iba a ser su esposa, María Cristina de Habsburgo, a la que encontró menos atractiva que su futura suegra.
Pero la razón de Estado era la única que regía las bodas reales hasta hace poquísimo tiempo. La primera obligación dinástica de un rey era asegurar la descendencia apropiada, es decir, dentro de la estirpe regia. El segundo motivo de un matrimonio real era establecer pactos entre distintas coronas, asegurarse aliadas o limar diferencias con las enemigas.
De este matrimonio nacieron: María de las Mercedes (11 de septiembre de 1880 – 17 de octubre de 1904), María Teresa (12 de noviembre de 1882 – 23 de septiembre de 1912) y Alfonso XIII, hijo póstumo.
Se dice que la reina regente siguió a rajatabla el último consejo de su esposo que, en el lecho de muerte, no pudo aguantarse las ganas de escandalizar sus castos oídos y le dijo: “Cristina, guarda el coño y ya sabes: de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas”, y bien que lo hizo porque los 17 años que duró el periodo de regencia se convirtieron en el periodo más tranquilo internamente del terrible siglo XIX español.
Además, tuvo, con la cantante de ópera Elena Sanz, dos hijos bastardos nacidos en París: Alfonso Sanz (en 1880) y Fernando Sanz (en 1881).
El reinado de Alfonso XII consistió principalmente en consolidar la monarquía y la estabilidad institucional, reparando los daños que las luchas internas de los años del llamado Sexenio Revolucionario habían dejado tras de sí, ganándose el apodo de «el Pacificador».
En 1885 se desató una epidemia de cólera en Valencia que se fue extendiendo hacia el interior del país. Cuando la enfermedad llegó a Aranjuez, el monarca expresó su deseo de visitar a los afectados, a lo que el Gobierno de Cánovas del Castillo se negó por el peligro que ello entrañaba. El rey partió entonces sin previo aviso hacia la ciudad y ordenó que se abriera el Palacio Real para alojar a las tropas de la guarnición. Una vez allí, consoló a los enfermos y les repartió ayudas.
Cuando el Gobierno conoció el viaje del soberano, envió al ministro de Gracia y Justicia, al capitán general y al gobernador civil para que le llevasen de vuelta a Madrid. Cuando llegó, el pueblo, enterado del gesto del rey, le recibió con vítores y, retirando a los caballos, condujo al carruaje hasta el Palacio Real.
Poco tiempo después, el 25 de noviembre, Alfonso XII murió de tuberculosis en el Palacio Real de El Pardo de Madrid.