Emilio Herrera Linares

Buenasss a tod@s, hoy queremos presentaros a un ingeniero, piloto, militar, político e inventor, un adelantado a su tiempo perteneciente a la Generación de Plata de la aeronáutica en España, nos referimos a Emilio Herrera Linares.

Nació en Granada el 13 de febrero de 1879, y con él se daba a luz a una etapa gloriosa dentro de la aeronáutica española.

En 1897, con solo dieciocho años, ingresó en la Escuela de Ingenieros militares de Guadalajara, dando así inicio a una brillante carrera como militar, a la que daría continuidad en la Compañía de Aerostación. En ella obtuvo su título de piloto de globo en 1905.

Seis años después, en 1911 Herrera vuelve a hacer historia al graduarse en la primera promoción de pilotos de aeronaves en España, y poco después, en 1914, mostró sus habilidades al pilotar un avión que cubría la ruta Tetuán-Sevilla.

En 1918 promovió la creación de una línea de pasajeros transoceánica llamada “Transaérea Colón” que estaría equipada con dirigibles que unirían Europa con América.

Esta idea la llevaría a cabo finalmente Alemania y Herrera sería invitado como segundo al mando de la expedición para atravesar el Océano Atlántico en el LZ 127 Graf Zeppelin.

Además, Herrera fue uno de los grandes impulsores del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos (Madrid), inaugurado en 1921, y precursor del actual Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), un organismo dependiente del Ministerio de Defensa encargado de proyectos de investigación espacial y aeronáutica.

Pero Herrera no era un hombre conformista y desde ese momento comenzó a afrontar nuevos retos como conquistar el espacio exterior.

Su verdadera meta era el espacio, y para conquistarla desarrolló su escafandra astronáutica. Después de estudiar la muerte del aviador Benito Molas en 1928, Herrera diseñó una vestimenta que le permitiría alcanzar sano y salvo la fabulosa altura de 22.000 metros de altitud –por encima del récord de altura del momento– en un globo de barquilla abierta.

El traje, listo en 1935, contaba con 3 capas, una de lana, una de caucho y una tercera de lona muy resistente. La zona de las articulaciones estaba diseñada como un acordeón reforzado con cables y tirantes de acero para dar libertad de movimiento al piloto. Una capa de aluminio pulimentando y una tela de plata recubrían el casco cilíndrico y el traje para reflejar los rayos solares y evitar el recalentamiento. 

Incluía un sistema de respiración, estaba equipado con un sistema de calefacción, un casco que impedía la entrada de rayos solares perjudiciales y un micrófono sin carbón para que no ardiera al entrar en contacto con el oxígeno de la atmósfera. Una capa recubierta de metal plegado incomunicaba el cuerpo de las amenazas externas a la vez que facilitaba el movimiento de las articulaciones.

El viaje, previsto para el verano de 1936, iba a suponer el primer hito de la conquista espacial, anterior incluso a las famosas bombas volantes alemanas V-2 de Wernher von Braun, que posteriormente serían la base de los cohetes Saturno, responsables de poner el hombre en la luna. Sin embargo, el estallido de la Guerra Civil le impidió llevarlo a buen puerto, el traje fue destruido y con la tela del globo se hicieron abrigos para los soldados republicanos.

Aun así, el estallido de la guerra no le impidió terminar su proyecto, esbozado en 1932, de viajar a la Luna.

A partir de 1939 Herrera, fiel a la República —llegó a ser presidente de la 2ª República en el exilio entre 1960 y 1962— se exilió a Francia y comenzó a ser olvidado en su patria natal.

Quién no olvidó sus esfuerzos fue la comunidad científica internacional e incluso Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la Luna en 1969, agradeció sus esfuerzos entregando a su ayudante, Manuel Casajust, una pequeña roca lunar. Un hito, por cierto, que Herrera no pudo ver —falleció dos años antes en Ginebra— y en el que tampoco quiso participar pese a que la NASA le tentó con un cheque en blanco.

Según contaba Casajust a la prensa de la época, Herrera se negó a colaborar en el proyecto si tras el alunizaje los astronautas no colocaban una bandera de su querida España junto a la enseña norteamericana. De acuerdo con Carlos Lázaro Ávila en su libro «La aventura aeronáutica», Herrera comentó a su ayudante: «Los americanos son como niños, creen que con el dinero lo pueden comprar todo».

Emilio Herrera, por todo esto, es conocido merecidamente como “el Julio Verne español”.

Portada Inicio

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *